May 5, 2009

Diseñada para ser mujer


Mi hija de 9 años llegó a casa con un trabajo de la escuela: tenía que hacer un árbol genealógico de su familia, donde además de poner los nombres de cada integrante, debía poner la profesión de cada uno de ellos.


Empezó por ella, siguió por su hermana, sus papás, sus abuelos y finalmente sus bisabuelos.

También puso  tías y tíos en el árbol. El resultado fue un árbol de 4 niveles, tupido y con una característica: a la altura de mi generación, todas las mujeres teníamos alguna profesión.

A la altura de  mis padres, el resultado era mixto, algunas profesionales o con oficios,  otras amas de casa. A la altura de mis abuelos, y de allí en más, todos los integrantes del sexo femenino aparecían como amas de casa.

El ingreso al estudio y al mercado laboral de la mujer durante el siglo XX ha ampliado y cambiado sustancialmente nuestro rol en la sociedad. El acceso de las chicas a los estudios superiores y al ámbito laboral, le permitía por fin realizarse, crear, producir, aprovechar todas sus facultades, ser independientes. ¿Pero este cambio, ha sido para mejor o para peor?

Cuando era más joven, no tenía ninguna duda que esto era infinitamente mejor y que no había ninguna pérdida en el cambio. Creí esto y lo defendí a ultranza durante años... hasta que nació mi primera hija.
Luego ocurrió algo que realmente me sorprendió.: Si bien seguía pensando lo mismo, mi instinto me empezó a decir cosas en sentido contrario. ¿?



Cada día al salir a trabajar, me dolía un poco dejar a mis niñas chicas durante 10 horas; hago un trabajo que me gusta mucho, pero que me hacer perder una cantidad de otras cosas, que no quiero perder. ¿Debería no trabajar  y dedicarme a mis hijos?

Charlando con otras mamás que no trabajan fuera de la casa, tampoco ellas están muy conformes.

¿Por qué ambas estamos desconformes? La respuesta la podemos encontrar yendo hacia atrás. Casi toda la evolución del hombre ocurrió en un tipo de sociedad cazadora-recolectora. Dos millones de años de evolución viviendo en este tipo de sociedad, diseñó biológicamente al hombre y a la mujer, para ser exitosos en este tipo de vida.

La vida transcurría en grupos chicos. Los hombres cazaban. Las mujeres recolectaban y criaban a los niños del grupo. Si una mujer tenía que salir a recolectar frutos a un bosque peligroso donde no podía llevar a sus hijos, los chicos se quedaban con las otras mujeres del grupo, con sus abuelos, otros niños de la comunidad, donde serían cuidados.

Esto me cierra muy bien con mi instinto: A mi me gusta trabajar, pero me gustaría tener a mis hijos más cerca. Cuando me tengo que quedar más tarde a trabajar, me quedo más tranquila si mis chicas están con sus abuelos o tíos y primos (“en la comunidad”). Pero siento más la necesidad de volver, cuando se quedan solamente con la Sra. que los cuida o con el papá.

Es tan poco natural para una mujer salir a trabajar 10 horas lejos de sus hijos, como estar todo el día en su casa, aislada con ellos. Hoy la mujer que se queda en su casa, es probable que no tenga la "comunidad" como antes. Hasta hace poco, esa comunidad estaba conformada por la "familia extendida" (abuelos, tíos, primos) y por el "barrio". La mujer era la que integraba esa comunidad. Hoy la familia extendida vive seguramente lejos, y la mujer sale de su casa a trabajar muchas horas por día, con lo que la relación con el barrio también se ha ido perdiendo, incluso con sus primos, tíos, no hay demasiado tiempo.

Hemos ganado mucho en las últimas décadas, pero no nos engañemos, hemos perdido muchas cosas también. ¿Con cuál realidad me quedo?

Con ninguna de las dos. Quiero, necesito, ambas.

Quisiera vivir en una sociedad donde las mujeres podamos ejercer una profesión, tener una tarea creativa y desafiante: como doctoras, ingenieras, peluqueras o reposteras. Pero también tener más  tiempo para criar a nuestros hijos, para nutrir las relaciones con la  familia, los  amigos, nuestro barrio, nuestra comunidad.

Tenemos por delante un gran reto, debemos conseguir una sociedad donde la mujer pueda ser trabajadora y madre a la vez. Volver a ser la recolectora de nuestro orígenes, estamos diseñadas para ello, y no hay duda que haremos mejor y nos sentiremos mejor haciendo aquello para lo cual estamos diseñadas.

Por nosotras, por nuestras hijas.

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